No, la cacería deportiva no es nuestro enemigo.

Por Lain E Pardo

Tal vez hay pocas cosas que generen más desprecio en la actualidad que una foto de un cazador posando al lado de un animal que acaba de matar. Sin lugar a dudas, es una imagen desgarradora y una falsa representación de la “grandeza” humana. Pero el debate moral no debe desviarnos de lo que realmente está en juego. En este ensayo mostraré otros elementos relacionados con la cacería deportiva que debemos entender antes de desencadenar avalanchas de odio y violencia contra quienes lo practican.

Lo primero que vale la pena aclarar es que hay distintos tipos de cacería: la de subsistencia (que todo el mundo “acepta” pero no quiere decir que sea sostenible en todos los casos), la furtiva o ilegal (¡que es la más peligrosa!) y la deportiva que es la que más genera odios infundados pero que, aunque parezca paradójico, la que más aporta a la conservación.

En términos socioeconómicos, la cacería deportiva es un renglón muy importante en la economía de países como Sudáfrica o Estados Unidos. Así, por ejemplo, la cacería deportiva en algunas provincias de Sudáfrica puede contribuir con US$ 909 millones (año 2017) y generar más de 30.000 empleos!1. El dinero recaudado ha servido para realizar inversiones importantes para la conservación de las especies, y los ecosistemas que permiten que las especies de caza (y otras no aptas para esta actividad) se mantengan.

La cacería deportiva es selectiva (no todas las especies pueden usarse para este fin) y cuando se hace responsablemente asegura que las muertes de los individuos aptos para “trofeos” no tengan ningún efecto sobre la población. Estos animales suelen ser viejos, que ocasionan problemas a las pobladores o producto de un estudio poblacional juicioso.

Otro de los aspectos positivos de la cacería regulada, es que promueve la conservación en tierras privadas. Algo en lo que a veces no nos detenemos a pensar cuando vemos la foto de un animal muerto es el entorno o el hábitat donde se cazó.  Lo que permitió que el animal fuera seleccionado para ser cazado, no es fortuito o algo que se pueda construir de la noche a la mañana.

Ese individuo está en esa área destinada a la cacería porque los hábitats se han mantenido para que convivan poblaciones de animales silvestres; no solo de caza como como el león o un elefante, sino de innumerables especies y ecosistemas de los que no se habla y que en ultimas ofrecen muchos beneficios a los ciudadanos. Estos beneficios no son solo para los cazadores, otras personas como turistas que no cazan, disfrutan de un entorno silvestre y de inmensa admiración. Pero más importante y algo que damos por hecho, esos paisajes y animales de indudable belleza, son los que en ultimas permiten nuestra vida en este planeta.

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El oryx o gemsbok en lenguaje local es una especie común y apetecida por los cazadores deportivos en Sudáfrica (foto Lain E. Pardo)

En el Reino Unido por ejemplo, propietarios que permiten cacería deportiva de zorros (Vulpex vulpex) en sus tierras, protegen más bosque que otras tierras.  En Zambia ~24% de la tierra, es decir 140.000 km2 constituyen áreas de manejo para cacería deportiva! Eso es, en ultimas, 140.000 km2 de especies y hábitats protegidos y manejados, mientras que las tierras destinadas como áreas protegidas (e.g. parques naturales nacionales) llegan apenas a la mitad. En Sudáfrica gran parte de la tierra usada para ganadería es hoy día también reservas de caza, lo que ha significado que al año 2002, 13% de la tierra sea manejada con el ánimo de mantener especies de trofeo. Otros países manejan porcentajes de tierras para cacería incluso más altos (~35%) (ver detalles en  2).

La prohibición de la caza, así como otro tipo de prohibiciones como la de las drogas, genera un mercado negro ilegal que afecta profundamente las poblaciones silvestres. Por ejemplo, en países donde hay cacería controlada las poblaciones de rinocerontes o elefantes se conservan mejor que donde se prohíbe su caza. Obvio, nada es perfecto, y aún hay cosas que mejorar en esta actividad, pero no hay que satanizar las decisiones de manejo y los usos sostenibles de la biodiversidad, menos cuando funcionan y algo que suele olvidarse: afecta la subsistencia de la gente local.

Prohibir la cacería hará que muchas tierras que se dedican a la conservación y el uso (cacería en este caso) desaparezcan. Como estamos en una economía de mercado, hará que muchas de estas deban hacer campo a la agricultura o algún otro uso más intensivo y económicamente viable. Esto sin mencionar los graves problemas de empleo, pobreza y salud. Peor aún, en algunos países áridos y sin mucho atractivo para ecoturismo o con tierras no aptas para agricultura, la cacería es lo único que permite a sus pobladores un sustento (e.g. Simbabwe o Tanzania) ¿entonces, no tienen ellos derecho de usar sus pocos recursos para sobrevivir solo porque no nos gusta una cabeza de antílope colgada en una pared?)

tweet prof Adam Hart
Una imagen vale más que mil palabras, el profesor Adam Hart dice en su twitter: “esta es una foto aérea de la reserva de caza Ibanda en el norte de Tanzania, a la izquierda un área exclusivamente manejada con ingresos de cacería deportiva, a la derecha, lo que pasa cuando las tierras no se manejan. Es por eso que prohibir la cacería deportiva es una posición equivocada”

Tal vez en lugar de desearle la muerte a los cazadores deportivos debamos tener en cuenta que ellos contribuyen más a la economía y la conservación de las especies que muchos de nosotros en nuestra cotidianidad. Además, ¿quién debe decidir sobre estos casos, la gente local o algunos ambientalistas en otros países usualmente mal informados? En este link hay un video que explica de manera creativa por qué la cacería no es tan mala como la pintan; vale la pena verlo con mente abierta. De manera que antes de marchar en contra de los cazadores u ofenderlos en redes sociales, piense si tiene US$ 12.000-350.000 para donar a conservación (¡y esto lo pagan por un individuo!).

En conservación nos enfrentamos a dualidades constantemente, por lo que a veces es importante ser más pragmático y pensar en las poblaciones y la gente. En este sentido la cacería es una buena forma de hacer conservación, y querer prohibirla puede traer más problemas que soluciones3. Es por eso que entidades tan respetadas como La Union Internacional Para la Naturaleza (IUCN) reconoce el papel de esta actividad en la conservación de especies silvestre y reducción de la pobreza (leer acá su informe para más información). ¡La real amenaza para las especies silvestres es la cacería ilegal (furtiva o poaching en inglés), y la destrucción de ecosistemas!

En Colombia los animalistas lograron este año prohibir la cacería deportiva en lo que ellos consideran una gran victoria. Como expliqué anteriormente eso es debatible, pero en Colombia en particular, eso prácticamente ni quita ni pone porque en el país no hubo cacería deportiva en sentido estricto. Solo unos pocos lo hacían con aves (algunas abundantes en áreas agrícolas). El texto aprobado parte de unas premisas muy debatibles como que la cacería de subsistencia no es cruel y no genera declives poblacionales, pero por el contrario la cacería deportiva si. También hace una distinción extraña entre peces y animales terrestres (¿por qué si se acepta la pesca deportiva y no la caza deportiva?). Por otro lado, ¿cuándo la cacería de subsistencia no es deportiva? Hay unas líneas muy delgadas acá.

Regular siempre es mejor que prohibir en todos los contextos: sociales, económicos y de libertades. ¿Será que en Colombia, acabamos de perder la oportunidad de vincular dueños de tierras en proyectos sostenibles que mejoren la conectividad y que ayuden a eliminar especies invasoras como ocurre en otros países latinoamericanos? Me pregunto qué problemas legales habrá en el futuro con la entrada en vigencia de esta norma, ya que contradice de alguna manera los objetivos de proyectos de uso sostenible claramente aceptados en otra normatividad.

El único argumento en contra de la cacería deportiva proviene de asunciones sobre bienestar animal y de una moralidad subjetiva alrededor de lo que llaman “una práctica que reducen los animales a un mero negocio”. Sin embargo, desde el punto de vista técnico y científico no pueden decir que afecte las poblaciones, no pueden decir que no ayude a la gente. Si empleamos este argumento reduccionista, el gobierno también debería prohibir cualquier actividad agropecuaria por considerarla un mero negocio. No estoy diciendo que la caceria deportiva sea la solución única a los retos de conservación, pero si una opción importante. Claro que hay cosas por mejorar y otras opciones por explorar paulatinamente, pero una moral radical no debe cerrar las oportunidades de desarrollo y sobrevivencia de las comunidades humanas.

La idea de poner un precio a todo me parece difícil de digerir, pero entiendo que antes de ponerse a pelear con el sistema tal vez lo más sabio es adaptarse mientras se pueden ir pensando en otras alternativas. En Sudáfrica, por ejemplo, ya han habido casos en donde personas han pagado por inmovilizar animales (sedarlos con dardos y escopetas). Sin embargo, ninguna otra actividad “ecoturística” genera más recursos en ese país que la cacería como tal (e.g. safaris, avistamientos de aves, etc.).

Preocupa en estos tiempos de postmodernidad que el ambientalismo se convierta en un vehículo de adoctrinamiento social y segregación. Por su puesto es muy difícil entender que motiva a una persona cazar un animal por gusto (y tampoco me gusta). Pero la conservación es más complicada de lo que parece y la moral no puede ser el único criterio a tener en cuenta al momento de decidir políticas o acciones de manejo; mucho menos para emitir juicios de valor. Esto especialmente cuando algunas decisiones provienen de manera unilateral sin consultar a los que realmente están involucrados. Es bueno tenerlo sobre la mesa, pero ojalá algunos animalistas entiendan esto y mejor se enfoquen en procesos más críticos y urgentes como expansión de la tala ilegal, expansión de fronteras agrícolas descontroladas, tráfico, y cambio climático.

Con este último ensayo termino la serie destinada a mostrar lo difícil que es hacer conservación y los diversos retos que se tienen al tratar de balancear contextos tan críticos como la economía, el bienestar animal y la conservación de la biodiversidad. En conservación no hay reglas escritas en piedras o que apliquen de manera genérica a cualquier proceso. Entender cada contexto y los factores más relevantes a la hora de tomar decisiones de manejo es fundamental, no solo para los tomadores de decisión sino para la sociedad en general. Intenté con estos ensayos brindar elementos que nos ayuden a tener juicios más informados a la hora de debatir temas complejos.

La conservación no es andar tomando fotos a los animales y postearlo en las redes. La conservación tampoco es buscar culpables y caerles encima con todo el peso de la “moral” o la legalidad sin preguntarse nada sobre el individuo en cuestión. Lo legítimo, lo ético, la ciencia y los trasfondos socioeconómicos deben ser debatidos y tenidos en cuenta en cada situación, sin cegarnos con visiones puristas o “híper-románticas”; mucho menos menospreciando nuestra existencia como humanos y como parte de un sistema complejo. Es responsabilidad de los ciudadanos informarse bien antes de levantar conclusiones y entender mejor lo que significan ciertas decisiones; no sabotearlas con impulsos emocionales.

 

Lain E. Pardo PhD

Postdoctoral Research Fellow

Wildlife Ecology Lab,

School of Natural Resource Management

Nelson Mandela University

George Campus, South Africa

Mobile: +27-0762599325

Bibliografia

  1. Van Der Merwe, P., Saayman#, M. & Rossouw+, R. The economic impact of hunting in the limpopo province. Journal of Economic and Financial Sciences | JEF 8, (2015).
  2. Loveridge, Andrew J. , Reynolds, J. C. & Milner-Gulland, E. J. Does sport hunting benefit conservation? in Key Topics in Conservation Biology (eds. Macdonald, D. W. & Service, K.) 222–238 (Blackwell Publishing Inc, 2007).
  3. Minin, E. Di, Leader-Williams, N. & Bradshaw, C. J. A. Banning Trophy Hunting Will Exacerbate Biodiversity Loss. Trends Ecol. Evol 31, 99–102 (2016).

2 comentarios en “No, la cacería deportiva no es nuestro enemigo.

  1. Rivack Pardo

    Se comprueba de nuevo que regular es mejor que prohibir para varios casos en donde interviene el juicio moral mas que la ética y el aspecto practico del bienestar ecológico – social.

    Me gusta

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