Temazates: Los venados ignorados

Por: Dr. Fernando M. Contreras-moreno

En general los mamíferos tropicales son poco conocidos. Esto se debe en parte a lo densa que es la selva,  las condiciones adversas en el campo que dificultan su estudio (calor, lluvia, mosquitos) o por los hábitos esquivos de las especies. Sin embargo, los temazates son de los mamíferos tropicales menos conocidos en todo México. En las regiones tropicales del país, habitan dos especies, el temazate rojo (Mazama temama) y el temazate café (Mazama pandora), quienes, a pesar de los avances en tecnologías para la detección de especies de fauna silvestre, han pasado desapercibido por la mayoría de los investigadores.

Venado temazate rojo (Mazama temama) tomando agua en un bebedero artificial en la reserva de la biosfera Calakmul Mexico. Foto Fernado Contreras-Moreno

Amenazas a las poblaciones de temezates

Actualmente ha surgido preocupación por estos venados ya que la situación de las poblaciones de ambas especies es incierta. Internacionalmente, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza IUCN), organización encargada de enlistar a las especies según su estatus de conservación, considera al temazate rojo como especie con datos insuficientes, y al temazate café en la categoría de vulnerable 1,2. Este estatus refleja el incipiente conocimiento que se tiene de estas especies, no solo en México sino en todo su rango de distribución.

En México ninguna de las dos especies se incluye en alguna categoría de riesgo por la normativa ambiental vigente, por el contrario, se les considera una especie cinegética importante (para cacería deportiva). Desde 2012 se le incluyó en el “Gran Slam de los venados”, y a partir de 2013 se considera a los temazates en el libro de récords mundiales de caza deportiva del Safari Club International. La relevancia de este hecho radica en que por primera vez los venados del sureste de México están cotizados dentro del mercado internacional de la caza deportiva y el turismo cinegético. Por otro lado, en 2014 se publicó oficialmente la lista de especies prioritarias para la conservación en México, dentro de las cuales, por primera vez, se incluyó a los temazates debido al potencial como especies cinegéticas.

La dieta de las poblaciones rurales en áreas tropicales de México puede incluir hasta un 70% de carne de monte, donde los mamíferos son de los animales más apetecidos y buscados por los cazadores 5, que ven en la carne de estos venados un complemento para satisfacer necesidades y gustos alimenticios de sus familias. El aprovechamiento de estas especies es constante en todo el sureste de México, tan solo en Campeche durante la temporada 2009-2010 se autorizó la cacería deportiva de 78 ejemplares de venados temazates (incluyendo ambas especies) en ocho UMA (Unidades para la Conservación, Manejo y Aprovechamiento de la Vida Silvestre). No obstante, existen evidencias que, en el estado, menos del 10% de las UMA, tienen las condiciones ambientales para mantener poblaciones viables y en la mayoría no se garantiza la sostenibilidad ambiental de su aprovechamiento 3. A esta cantidad de ejemplares autorizados para cacería deportiva deben sumarse los cazados para subsistencia en Campeche, cuyo número es difícil de determinar, pero debe ser alto, dado que en la región son presas codiciadas por su carne.

La situación de los temazates es un tanto alarmante en el sureste de México, donde aún se desconocen aspectos básicos de su biología y ecología. Los temazates suelen ser animales ramoneadores, que por lo general se alimentan de rebrotes de plantas silvestres, sin embargo, en diversas zonas del sureste de México algunos agricultores lo consideran una plaga para los cultivos de frijol, ya que estos venados, son asiduos consumidores de las plántulas de frijol, y se ha llegado a considerar que en una sola noche puede causar daños considerables a un plantío. En este contexto la relación negativa entre los temazates y agricultores, puede convertirse en un conflicto, tan serio, que podría presionar las poblaciones de estos pequeños rumiantes. Este posible conflicto podría acrecentarse en los próximos años en el sureste de México, donde proyectos gubernamentales incentivan a los productores a establecer pequeñas parcelas de cultivos de temporal y donde uno de los favoritos es el frijol, lo que atraería a los temazates, sobre todo en ejidos cercanos a Áreas Naturales Protegidas, donde es común encontrar las parcelas de cultivo inmersas en una matriz de selva, donde habitan de forma constante los temazates.               

Aunque se encuentran en el catálogo de caza de las UMAs de toda la región, incluso ahora con los avances tecnológicos, no se sabe cuánto hábitat necesita alguna de estas especies en los trópicos húmedos, no se ha realizado una lista completa de las especies de las que se alimentan, y en algunos casos ni siquiera se tiene la certeza de que están presentes 4, ya que investigaciones recientes indican que estos venados podrían estar ausentes en los sitios inundables del golfo de México, contrario a lo que se creía históricamente 3.

La crisis del agua y su efecto sobre los temazates en la región de Calakmul

Cuando se mencionan las crisis que viven los mamíferos por la falta de agua en las áreas naturales, pocas veces pensamos que en los bosques tropicales también ocurren crisis por la falta del vital líquido. Este es el caso de la Selva Maya, que se encuentran en la península de Yucatán, que en conjunto con áreas naturales de México, Belice y Guatemala comprenden el bosque tropical más grande de Mesoamérica.

La región de la “Selva Maya”, carece de ríos caudalosos o cuerpos de agua superficiales extensos, de tal manera que las fuentes de agua disponibles son lagunas someras (conocidas localmente como “aguadas”). En los últimos años en la región de Calakmul se ha registrado una variación en los patrones de precipitación, los cuales son cada vez más notables en los bosques, reflejándose en la falta de agua durante la temporada seca (que va de febrero a julio). Lo anterior ha ocasionado que las “aguadas” no capten el agua suficiente para mantener durante la temporada de sequía. Esta situación es preocupante ya que en esta región se ha documentado que los animales eligen su hábitat con base en la disponibilidad de agua.

Venado temazate café (Mazama pandora) en la reserva de la biosfera Calakmul, Mexico. Foto Fernando Contreras-Moreno

Como parte de las principales estrategias para mitigar los efectos de la sequía en la fauna silvestre de la región la Reserva de la Biosfera Calakmul instaló 42 bebederos artificiales, que permiten a la fauna silvestre abastecerse de agua, sobre todo durante la temporada de estiaje. Se mantiene un estricto monitoreo para evaluar que los bebederos sean funcionales y se ha identificado que 76 especies de aves y mamíferos usan constantemente estas fuentes de agua durante la temporada seca 6,7,8.

¿Qué falta por hacer?

Para garantizar la conservación y el buen aprovechamiento de los temazates, es necesario que establezcan con precisión las épocas reproductivas de las especies, con el fin de verificar si el “calendario de cacería” actual, establecido para México, coincide con los procesos naturales de los temazates, ya que en con otras especies de cérvidos se ha confirmado que existe un desfase de meses entre las zonas templadas y las zonas tropicales 5. Es necesario que las investigaciones sobre mamíferos en la región de Calakmul consideren como prioritario determinar el estado poblacional de los temazates, así como los efectos que tiene la cacería sobre estas especies. Además, será necesario identificar cuales con las especies de las que se alimentan los temazates durante la temporada seca, con el fin de identificar los posibles efectos por el cambio en la fenología de las plantas, ligado al cambio climático global 6,7.

Es necesario conocer más sobre la ecología espacial de los temazates, saber cuánto hábitat necesitan, y como lo utilizan, así como identificar los recursos limitantes en la región, lo que podría señalar hacia la escasez de agua. Por último y no menos importante, con el incremento de la población y la creación de nuevos centros urbanos, como se ha pronosticado con la llegada del megaproyecto “Tren Maya” a la región de Calakmul, es probable que el aumento en la ganadería de ovinos incremente, de tal forma que es necesario realizar estudios, que estén dirigidos a determinar la salud en las poblaciones de borregos y cabras, con el fin de minimizar un efecto potencial de zoonosis en temazates.

En conclusión, los temazates son mamíferos muy importantes en los ecosistemas tropicales de México y guardan una estrecha relación con las personas, por lo que es imperante que se consideren como especies prioritarias de conservación, lo que contribuirá a asignar recursos específicos para su investigación y conservación 11. Si por el contrario no se toma pronta atención a estas especies, las presiones actuales sobre sus poblaciones, podrían llevar a extinciones locales.

Dr. Fernando M. Contreras-moreno

Oficial de campo en la Reserva de la Biósfera Calakmul, México.

fernandom28@hotmail.com

https://www.researchgate.net/profile/Fernando_Contreras_Moreno


———————————

Literatura

  1. Bello-Gutiérrez, J., Reyna-Hurtado, R., & Schipper, J. (2008). Mazama temama. The IUCN Red List of Threatened Species. Version 2015.2.URL http://www.iucnredlist.org. Consultado el 17 julio de 2020.
  2. Weber, M., P. C. De Grammont, Y A. D. Cuarón.  2008.  Mazama pandora. The IUCN Red List of Threatened Species 2008: eT29622A9506829. http://www.iucnredlist.org/details/29622/0 Consultado 17 de Julio de 2020.
  3. Marmolejo, M. A. 2000. Fauna alimentaria de la península de Yucatán. Instituto Nacional Indigenista. Serie Medio Ambiente. México.
  4. Contreras-Moreno, F. M., De la Cruz-Félix, K., Bello-Gutiérrez, K., & Hidalgo-Mihart, M. G. (2016). Landscape variables that influence the presence of brocket deer (Mazama sp.) in the Campeche State, Mexico. Therya, 7(1), 3-19.
  5. Contreras-Moreno, F. M., Hidalgo-Mihart, M. G., Jesus-DE LA Cruz, A., Juárez-López, R., Bravata-de la Cruz, Y., & Chahín-Perdomo, A.  (2019). Seasonal antler cycle in white-tailed deer in Campeche wetlands in Southeastern Mexico. European journal of wildlife research, 65(4), 53. https://doi.org/10.1007/s10344-019-1291-5
  6. CONANP. 2019. Resultados del monitoreo de bebederos en la Reserva de la Biósfera Calakmul. http://www.gob.mx/conanp/arti­culos/resultados-del-monitoreo-de-bebederos-en-la-reserva-de-la-biosfera-calakmul. Consultado el 25 de marzo de 2020.
  7. Contreras-Moreno, F. M., Simá-Pantí, D., Zúñiga-Morales, J. A., Coutiño-Cal, C., Borges-Zapata, J. Y., & Serrano-Mac-Gregor, I. (2019). Registro fotográfico de un murciélago capturado por Leopardus pardalis (Carnivora: Felidae) en la Reserva de la Biosfera de Calakmul, México. Mammalogy Notes5(2), 6-9.
  8. Borges-Zapata, J. Y., Contreras-Moreno, F. M., Serrano-Mac-Gregor, I., Sima-Pantí, D. E., Coutiño-Cal y Mayor, C., Zúñiga-Morales, J. A., & López-Chan, J. A. (2020). Uso de bebederos artificiales por el sereque centroamericano (Dasyprocta punctata) en la Reserva de la biosfera Calakmul, México. Agroproductividad13(1).
  9. Contreras-Moreno, F. M., & Torres-Ventura, Y. (2018). El cambio climático y los ungulados silvestres. Desde el herbario CICY 10:144-150.
  10. Contreras-Moreno, F., & Hidalgo-Mihart, M. G. (2015). El dilema de la cacería. Crónica Ambiental 12, 9-11
  11. Contreras-Moreno, F. M., & Segura-Berttolini, E. (2018). Los relegados de la fauna silvestre. Kuxulkab´, 23(47), 17-22.

Hipopótamos en el río magdalena ¿podemos mantenerlos bajo cuidado humano?

Por: Cesar Rojano, Dave Wehdeking y Gabriel Álvarez

Luego de más de una década de que se suspendiera la cacería de un grupo de hipopótamos (Hippopotamus anfibius) que merodean el Magdalena medio colombiano, el manejo de esta especie invasora ha vuelto a estar en la palestra pública. Este grupo de animales ingresó a Colombia el año 1985, cuando tres hembras y un macho fueron adquiridos y traídos ilegalmente al país por el narcotraficante Pablo Escobar. Sin embargo, no fue sino hasta la muerte del capo en el año 1993, que estos mamíferos exóticos escaparon hasta la cuenca del río Magdalena, aprovechando el abandono la Hacienda Nápoles, ubicada en Puerto Triunfo, Antioquia.

Hipopótamo en cautiverio en el zoologico Santa Cruz. Foto Daniela Mayorquin

Algunos trabajos han enfatizado que estos mamíferos pueden transformar los hábitats acuáticos, tener conflictos con campesinos e incluso desplazar a la fauna nativa1,2. Sin embargo, durante estos años de suspensión de la cacería, su manejo se ha concentrado en castraciones y reubicaciones de los animales que se encuentran en el lago artificial de la Hacienda Nápoles. En cuanto a los animales que se encuentran en medio silvestre, estas medidas han tenido poco éxito para controlar la situación y la población aumenta todos los años, por lo que se estima que el número de individuos podría alcanzar los 800 ejemplares para el año 20501.

En días anteriores se llevó a cabo un foro virtual, liderado por Senadores y Representantes a la cámara colombianos, donde se abordaron las potenciales soluciones a esta problemática desde diferentes visiones. Una de las propuestas que presentó uno de los panelistas en este evento fue la reubicación de los individuos que se encuentran en el medio natural hacia zoológicos u otros lugares donde pudieran estar bajo cuidado humano. Sin embargo, las consideraciones para este tipo de manejo podrían ser más complejas de lo que parece. Por lo tanto, este ensayo busca analizar la viabilidad técnica y económica de la tenencia de un grupo de hipopótamos africanos en cautiverio en Colombia, bajo las condiciones actuales.

Iniciamos mencionando que desde hace varios años se han realizado cálculos sobre el costo de captura y reubicación del grupo de animales que habita en el Magdalena medio, el cual ascendería a más de COP $10.000.000.000 (USD $3.000.000). Consideramos que este proceso presenta un reto de enormes proporciones para los veterinarios y biólogos que trabajen en ello, y que la disponibilidad de recursos no asegurará que se puedan capturar todos los ejemplares, o que sobrevivan al procedimiento. No obstante, para poder realizar un ejercicio de estimativos, proponemos una efectividad hipotética de captura del 30 al 50%, lo que significaría la reubicación de 40 de los 80 individuos que se estima se encuentran en el medio silvestre en nuestro país actualmente.

Como primera consideración, el grupo de animales capturados deberían ser necesariamente trasladados a un sitio que cumpla con todas las condiciones adecuadas para su tenencia, especialmente luego de un esfuerzo económico y humano de tamañas proporciones para realizar su captura y traslado. Esta medida requeriría un espacio físico con los mayores estándares de seguridad, que impidan que los hipopótamos puedan volver al medio natural, pero que a su vez se mantengan en un estado óptimo de salud y bienestar. Estas condiciones y para un grupo tan grande de animales no podrían ser brindadas por la mayoría de zoológicos en nuestro país.

Teniendo en cuenta lo anterior, para este ejercicio se utilizarán como guía los requerimientos y estándares de cuidado y mantenimiento de megavertebrados sugeridos en los manuales de la Asociación Americana de Zoológicos y Acuarios-AZA y recomendaciones de expertos internacionales. Según estos estándares, un recinto adecuado para hipopótamos africanos adultos debería incluir aproximadamente cuatro individuos, con un solo macho, dada su territorialidad que no permite que compartan recinto. Por esta razón, se requeriría por lo menos 16 espacios disponibles, asumiendo que el 40% de los individuos capturados sean machos adultos.

Para cada grupo se requeriría el diseño y construcción de sistemas complejos de filtración de agua que aseguren su calidad de vida, los cuales tendrían un costo unitario que ascendería a COP $1.100.000.000-según valores de referencia para Estados Unidos. Por otro lado, el diseño y construcción del recinto alcanzaría los COP $1.920.000, dado que se requieren tamaños en zona de dormitorios de por lo menos 90 m2 y en sus recintos de mantenimiento/exhibición un tamaño de 250 m2. En total, la adecuación de un espacio con los estándares óptimos de alojamiento de un grupo de tres hipopótamos estaría alrededor de entre COP 2.500.000.000 y $3.000.000.000.

En referencia al manejo nutricional, es importante mencionar que representa el mayor porcentaje de recursos en el tiempo luego de superada la etapa constructiva. La cantidad aproximada de alimento para un hipopótamo adulto oscila entre los 40 y 50 kg día, donde se incluyen frutas, verduras, concentrados especializados y pasto. Un grupo de 40 ejemplares adultos estaría consumiendo alrededor de 48 toneladas de alimento mensual, lo cual representaría un valor aproximado de COP $890.000.000 al año. Aquí también es importante mencionar que la expectativa de vida de un hipopótamo es de 40 a 50 años, por lo que aún después de castrados, se deberían asegurar los recursos para su sostenimiento por varias décadas más.

En cuanto a la medicina preventiva, sólo los costos de la anestesia, en caso de ser requerida, rondan los COP $4.000.000 por individuo, sin tener en cuenta lo complejo que es la consecución de algunos fármacos en nuestro país (Medetomidina, Azaperona, Atipamezol, entre otros). Sumado a esto, es importante tener en cuenta un equipo completo de promotores de bienestar, los cuales no deberán ser menos de diez personas que garanticen cuidado, aseo, suministro de alimento, enriquecimiento y condicionamiento operante. Esto sin incluir por lo menos dos profesionales veterinarios y dos biólogos encargados del manejo sanitario y biológico de los individuos. En todo caso, los costos de personal técnico por año estarían superando los COP $400.000.000 anuales.

En el caso hipotético de que se capturen 40 individuos y estos sean ubicados en un centro de conservación ex situ, bajo los mejores estándares de bienestar y cuidados profesionales, se requeriría para el primer año un valor aproximado de COP $50.000.000.000 (algo más de USD $14.000.000) solo para adecuación de espacios, personal y nutrición. Este valor no incluye el proceso de captura y transporte, el terreno, equipo administrativo, ni infraestructura adicional (clínica veterinaria, oficinas).

Otra opción sería reubicar a los individuos en distintos zoológicos, donde los megavertabrados son el anhelo de cientos de miles de personas que cada año los visitan. Sin embargo, el mantenerlos bajo los estándares óptimos es uno de los retos más grandes a los que nos vemos enfrentados, dados los costos y complejidades técnicas que representan. Por tal razón, en la actualidad solo algunos de estos zoológicos han aceptado la tenencia de pocos individuos de la especie.

Los altos costos de tenencia de estos animales bajo cuidado humano requerirían una alta inversión de capital, lo que a su vez significa un reto enorme de sostenibilidad. Si bien es una especie carismática y que muy seguramente podría atraer a visitantes al parque o centro de conservación, los costos necesariamente harán que esta decisión se tome con cabeza fría.

Esquema de un sistema de filtrado del recinto de hipopótamos del Cincinnati Zoo.

Insistimos en que este es solo un ejercicio de referencia sobre los costos de mantenimiento de hipopótamos, bajo los mejores estándares disponibles de cuidado humano. No obstante, es necesario tener en cuenta estos valores para poder tomar una decisión responsable sobre el manejo de los hipopótamos del Magdalena. Creemos que, al menos en el papel, podría ser posible llevar una parte de estos animales y mantenerlos bajo cuidado humano. Pero en todo caso, resulta paradójico que, dados los altísimos costos, la subsistencia de estos animales en cautiverio dependa de que sean un buen atractivo comercial y de visitantes, situación que ha sido criticada en numerosas ocasiones por varios grupos animalistas en el país.

Si bien los datos científicos disponibles sobre los efectos particulares de los hipopótamos sobre los ecosistemas y la fauna nativa en el país son limitados, y algunas hipótesis no han podido ser validadas en campo, la legislación ambiental colombiana consagra el principio de precaución con la Ley 99 de 1993. En este se expone la necesidad de que la autoridad ambiental no tome la falta de certeza científica absoluta como una excusa para impedir o dilatar la adopción de medidas tendientes a la protección del medioambiente y de los recursos naturales. Teniendo en cuenta esto, consideramos que es imperativo que los hipopótamos sean retirados del medio silvestre (ya sea por eutanasia o traslado a cautiverio), y creemos que lo que debería discutirse es la forma en que esta acción se pueda llevar a cabo.

En materia de gasto público, consideramos que existen problemáticas ambientales prioritarias en el país tales como deforestación, tráfico, atropellamientos, entre otros, las cuales no han podido ser atendidas por falta de recursos disponibles. Por tanto, para el Estado colombiano no debería primar el gasto de volúmenes tan altos de dinero en una especie introducida. Sumado a esto, es relevante recordar que el Magdalena medio colombiano es una zona azotada desde siempre por la pobreza y la exclusión social, las cuales han generado problemas sociales profundos. Por lo tanto, proponemos que, en el caso hipotético de ser posible la captura de los animales que se encuentran en el medio, esta solución podría ser sostenible solo si es abordada como una empresa privada, que genere dividendos y sostenibilidad a partir del mantenimiento y exhibición de los individuos en cautiverio.

Finalmente, es necesario recalcar que la toma de esta decisión no se puede asumir como un debate entre los que aman u odian a los hipopótamos, dado que no corresponde a la realidad. Es preciso comprender que la salud de los ecosistemas naturales y los servicios ambientales que proveen debe estar por encima de cualquier otro argumento, y que cualquier factor que altere el equilibrio ecosistémico deberá ser corregido o controlado a tiempo. En este sentido, la decisión que se tome, que seguramente tendrá repercusiones positivas y negativas, deberá ir acompañada de un mensaje claro y consistente por parte del estado colombiano. Sólo así se asegurará la no repetición de un evento tan complejo en nuestra historia reciente.

Cesar Rojano

Veterinario, MSc.  Fundación Cunaguaro

Dave Wehdeking

Veterinario, Esp. Gerente de bienestar animal, Zoológico de Cali

Gabriel Álvarez

Veterinario, MSc. Parques Nacionales de Colombia

Referencias

  1. Subalusky, A., Anderson, E., Jiménez, G., Post, D., Lopez, D., García-R., S., . . . Jiménez-Segura, L. 2019. Potential ecological and socio-economic effects of a novel megaherbivore introduction: The hippopotamus in Colombia. Oryx, 1-9. doi:10.1017/S0030605318001588
  2. Monsalve, S & Ramírez, A. 2018. Estado actual de los hipopótamos (Hippopotamus amphibius) en Colombia: 2018. Ces. Med. Vet. Zootecnia 13 (3): 338-346. http://dx.doi.org/10.21615/cesmvz.13.3.4.

Que no sea un espejismo

Por: Juan David Sánchez

Quizás el efecto más evidente que ha tenido el confinamiento por el COVID-19 sobre el ambiente ha sido la disminución de gases emitidos a la atmosfera. Las múltiples observaciones anecdóticas de animales silvestres en nuevas localidades parecieran ser también otro un efecto positivo. Incluso en algunas áreas protegidas se observan especies más desprevenidas a falta de presión humana, de lo cual podría inferirse que allí hay un efecto positivo aún mayor.  Ahora bien, todo esto puede tratarse de efectos a corto plazo y convertirse en un espejismo.

Nos corresponde a los estudiosos del tema ser claros al llevar la información a los tomadores de decisiones. Si bien los numerosos registros de especies silvestres debido a la baja actividad humana pueden responder a procesos ecológicos como la dispersión, no necesariamente significa que las poblaciones y los ecosistemas se hayan recuperado, para esto es necesario un lapso mayor de tiempo. Si bien es de resaltar lo que estamos observando mientras pasamos la cuarentena, no puede esto convertirse en un sofisma para no seguir apoyando los procesos de conservación.

f2
Actividades de investigación en campo han sido suspendidas para muchos proyectos. Foto D. Sanchez

En la reciente edición de la revista Biological Conservation, una de las más importantes en la ciencia de la conservación de la diversidad, fue publicado un texto con autoría de sus editores1 en la cual se proponían algunas preguntas sobre el efecto que tendrá la actual pandemia sobre el ejercicio de la conservación de la diversidad. Los aspectos allí presentados ameritan ser analizados para tomar decisiones acertadas en el futuro más próximo (esto es, cuando el confinamiento vaya disminuyendo y retomemos la dinámica que solíamos traer). Aquí resalto algunos apartes y extiendo algunas de las ideas.

El citado texto resalta por ejemplo que muchos trabajadores de la conservación a lo largo del mundo están sin empleo o con un receso obligado de sus actividades. Así mismo, estudiantes de disciplinas afines a la conservación se encuentran sin poder hacer sus prácticas, sus cursos de formación en campo o llevar a cabo sus trabajos de grado debido a que no pueden realizar de manera adecuada las actividades de su formación. Por ejemplo, el acceso a los laboratorios o al campo es limitado o totalmente prohibido debido a las restricciones de la cuarentena. Esto lo estamos viviendo en carne propia docentes e investigadores nacionales que tenemos estudiantes en formación y proyectos que aportan a la conservación de la biodiversidad. Así por ejemplo, las actividades de campo están suspendidas y los laboratorios y colecciones donde se procesa información están cerrados en todas las universidades conocidas.

Adicionalmente, algunas asociaciones académicas como la Red Latinoamericana y del Caribe para la Conservación de los Murciélagos (RELCOM) y la Sociedad Colombiana de Mastozoología (SCMas), han emitido comunicados solicitando evitar las actividades de investigación que involucren el contacto con las especies silvestres debido al riesgo de zoonosis que ya se ha dado en algunas especies. Así que incluso si paulatinamente se va regresando a la “normalidad”, muchas investigaciones y proyectos de conservación seguirán detenidas debido a la naturaleza del contagio y al posible riesgo en que se ponen a las poblaciones naturales.

Eventos de trascendencia para la toma de decisiones en pro de la conservación de la biodiversidad han sido postergados, como la COP 15 del Convenio de Diversidad Biológica y la COP 26 de la Conferencia para el Cambio Climático de las Naciones Unidas. Esta situación tendrá implicaciones en el direccionamiento de los esfuerzos internacionales para combatir estos otros retos: el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. En Colombia algunas actividades de importancia para compartir el conocimiento sobre los avances en conservación también han sido postergados, pero se rescatan las iniciativas de varias asociaciones y ONGs que han organizado simposios, capacitaciones y conferencias de manera virtual durante este confinamiento.

Quizás lo más importante y lo que tenga más duración en el tiempo (propuesto por los citados autores), es que la recesión económica producto de la cuarentena disminuya los recursos que apoyan a los gobiernos y a las organizaciones no gubernamentales para que ejecuten programas de conservación. Los patrocinadores de la conservación posiblemente sufran los embates de la crisis económica, y en caso de salir a flote, dirigirán la mirada hacia las necesidades más urgentes provocadas por la pandemia y sus efectos socio-económicos. Existe la posibilidad de poner en duda la continuidad de procesos a largo plazo, como por ejemplo el establecimiento de nuevas áreas protegidas, la contratación de investigadores y apoyo local para nuestros Parques Nacionales y otras áreas protegidas del orden regional y local.

Así, los proyectos de conservación y las políticas públicas que van en esa dirección, ya sea a mediano o a largo plazo, tendrán que competir por recursos con las iniciativas que vayan a cubrir las nuevas necesidades producto de la pandemia. Es posible que muchas áreas protegidas dejen de recibir ingresos por sus visitantes y muchas comunidades beneficiadas por ecoturismo se vean igualmente afectadas; y en nuestro contexto es ahora cuando más se necesita que estén fortalecidas. Históricamente se ha observado que cuando esto pasa en las comunidades, la caza, pesca, extracción de madera y quemas se aumentan. Obviamente que se trata de vidas humanas y de sus necesidades económicas básicas. Ahora bien, no hay que perder de vista que cuando se habla de conservación, implícitamente se habla de comunidades humanas y de los servicios ambientales que la biodiversidad nos proporciona. Les tocará a nuestras autoridades ambientales y a las ONG´s, ya de por si con recursos limitados, re-priorizar las acciones de conservación e intervención en los territorios.

f1
Tití cabeciblanco (Saguinus oedipus) especie amenazada de extinción que necesita de monitoreo permanente y de control de su tráfico. Foto D. Sánchez

Supongo que es de esperar que los países quieran recuperar sus economías lo más pronto posible. En América Latina se proyecta que la economía caerá este año entre 5 y 7 puntos porcentuales. Para Colombia el Fondo Monetario Internacional proyecta que haya un crecimiento negativo de al menos 2,4% en el PIB, lo que se traduce en varios billones de pesos. Las economías se recuperan básicamente con la producción y posterior venta de bienes y servicios, los cuales, a su vez, en cualquier etapa de su cadena productiva se aprovecha de algún recurso natural, seguido del posterior transporte, es decir, emisiones de Co2, y la producción de residuos. Así que bajo este escenario hipotético pero razonable, se podría ahogar el respiro que han tenido los ecosistemas y algunos animales silvestres durante la cuarentena, con posibles efectos a largo plazo por causa de la crisis económica. Todo podrá haber sido un espejismo.

Juan David Sánchez

Docente de la facultad de Ciencias y Biotecnología de la Universidad CES (Medellín).

jdavids21@gmail.com

 

Referencias

  1. Corlett RT, Primack RB, Devictor V, Maas B, Goswami VR, Bates AE, et al. Impacts of the coronavirus pandemic on biodiversity conservation. Biol Conserv. 2020 Jun 1;246:108571.

 

 

Una imagen NO vale más que mil palabras: del fototrampeo y las conclusiones apresuradas

Por Lain E. Pardo & Diego J. Lizcano

Las cámaras trampa (cámaras que se activan automáticamente) se han convertido en el instrumento favorito de investigadores y personas con curiosidad por la naturaleza. Son a su vez una gran forma de interactuar con la sociedad para mostrar la vida salvaje oculta en nuestros paisajes y establecer alianzas eficientes con las comunidades para proteger su diversidad. Sin embargo, la emoción que causan las fotos a veces nos hace olvidar del rigor científico en la forma como mostramos nuestros resultados. En este ensayo hacemos algunas reflexiones sobre la popularidad de esta técnica, la necesidad de interpretar adecuadamente las fotografías que se obtienen y la importancia de no caer en la tentación de publicar todo en las redes sociales sin un análisis riguroso.

Observaciones aisladas no dicen nada sobre las poblaciones

Lo primero que hay que tener en cuenta es que la aparición de una especie en alguna foto en particular no significa nada en términos de viabilidad de poblaciones o estado de conservación. Algunos científicos o profesionales involucrados en proyectos con cámaras trampa solemos mostrar nuestras fotos durante el proceso de investigación o socialización de resultados. Es una forma de interactuar con las comunidades locales y la sociedad para mostrar las especies que existen a sus alrededores. Sin duda, algo muy importante en un mundo donde la relación con la naturaleza es cada vez menor. Pero, hay que tener cuidado con las conclusiones aceleradas que pueden derivar de una sola foto.

Si bien algunas especies pueden indicar ciertos aspectos relacionadas con el entorno, no se puede suponer nada sin un análisis riguroso.  Interpretar y difundir fotos de animales silvestres sin un análisis cauteloso puede tener al menos tres consecuencias inintencionadas: 1) suponer que la población está bien 2) creer que no hay necesidad de un monitoreo, 3) ignorar las potenciales amenazas a la fauna. Por ejemplo, si se registra mediante fototrampeo una especie importante en términos de conservación (amenazada o carismática), esta foto corre el riesgo de interpretarse como que el área esta “rebosante” de vida, o peor aún, creer que no hay ningún impacto. Por otro lado, si no se registra alguna de estas especies puede dar luz verde a la transformación del ecosistema. Esto podría ser especialmente preocupante en estudios de impacto ambiental donde se obtienen conclusiones con base en muestreos muy cortos.

Picture4_jpeg
Algunos mamíferos registrados con cámaras trampa en Colombia (arriba) y Sudáfrica (abajo)

Es importante entender que la fauna es dinámica y se mueve constantemente. El hecho de no detectar una especie “interesante” durante el tiempo de un solo muestreo no quiere decir nada sobre la conservación de esta especie. Del mismo modo detectar una especie en una cámara no es por si misma un indicador de una población estable o un hábitat adecuado, como a veces se sugiere. La especie puede estar simplemente de paso y eso no se puede determinar con una foto aislada (1). Por otro lado, como sugiere el profesor Lindenmayer más avistamientos de animales o especies no significa automáticamente una recuperación en las poblaciones silvestres. Algunas veces la “tendencia” a registrar más individuos pueda deberse netamente a un artefacto de diseño, es decir más esfuerzo de muestreo en un área puede generar más registros (ver problema con estimaciones de tigre en (2).

En muchas ocasiones uno tiende a suponer que si un lugar es más frecuentado por una especie el lugar debe brindar los elementos necesarios. Usualmente es el caso, sin embargo, la distribución de las especies es más compleja, en especial en paisajes antropomórficos y alterados. Es probable que la concentración de ciertos individuos en ciertos lugares no responda a la calidad del sistema sino a la falta de refugios adecuados que hacen que la especie se vea forzada a desplazarse a zonas de baja calidad, incluso a la ausencia de un depredador. Es muy peligroso usar un registro único de una foto (presencia netamente) para sugerir que el lugar “está saludable” (3).

En este sentido, Gill y colaboradores (4), llamaban la atención sobre este tipo de conclusiones y sugieren evitar generalizaciones relacionadas con comportamientos evasivos o acercamiento de animales como un indicador cuando se quieren establecer prioridades de conservación. Es decir, no todas las especies que se acercan a áreas alteradas o antrópicas son menos sensibles o están en menos riesgo que aquellas que tienden a alejarse.

Una pregunta que tal vez deberíamos analizar con más detenimiento es si con el incremento de las publicaciones de fotos de cámaras trampa u otras técnicas similares en medios masivos estaríamos mostrándole a los ciudadanos una falsa percepción de que “todo está bien”. Al fin y al cabo “una imagen vale más que mil palabras”, no?.

No todas las especies son iguales

Como los ciudadanos no conocen bien la ecología de las especies (y no es su deber), se tiende a pensar que un registro aislado es un resultado importante. En el mundo, las especies endémicas y raras son cada vez más escasas, mientras que especies bien adaptadas tienen a expandirse en todo tipo de paisajes, transformados o no. De manera que hay que considerar la ecología de la especie antes de establecer si el registro es positivo, negativo o novedoso. Los zorros y pumas por ejemplo, pueden colonizar nuevas áreas agrícolas sin mucho problema(5). Al ser especies tan flexibles ecológicamente sus efectos en los ecosistemas pueden ser no deseados (e.g. aumentar la depredación de especies más pequeñas) y entrar en conflicto con los pobladores locales por el incremento en la frecuencia de depredación de animales domésticos. Si se debe celebrar o no, que se registren por primera vez este tipo de especies, debe ser un tema de estudio específico.

Gracias al fototrampeo hemos registrado que afortunadamente hay especies conviviendo cerca de los humanos y en paisajes agrícolas. Esto sin duda es interesante y alentador, pero no debemos bajar la guardia asumiendo que estas especies están en buen estado de conservación. Pardo y colaboradores (6), por ejemplo, llaman la atención sobre algunas especies que son comunes en cultivos de palma de aceite en Colombia, pero que dependiendo del contexto paisajístico incluso estas especies podrían verse en riesgo si la proporción de palma en un paisaje sobrepasa ciertos umbrales. No porque sean comunes y tolerantes a la palma implica automáticamente que estén fuera de riesgo.

El “efecto contrario” en la divulgación de fotos (“The backfire effect”)

Indiscutiblemente la divulgación científica es fundamental para que la sociedad entienda la importancia de la conservación de la biodiversidad. Lo es así mismo presentar a la sociedad los triunfos y las cosas por mejorar en esta carrera por la proteger la naturaleza. Sin embargo, en nuestro afán por divulgar y comunicar nuestros resultados se corre el riesgo de generar efectos no deseados o “backfire”.

Un buen ejemplo de esta situación la describen muy bien Glenn y colaboradores(7) sobre la gran divulgación de campañas, noticias y reportes relacionadas con la cacería ilegal de rinocerontes en África. La intención principal de estos comunicados suele ser la de mostrar la crisis y generar reflexión sobre por qué esta actividad ilegal es dañina para la naturaleza. Sin embargo, sin quererlo, estas comunicaciones suelen no tener eco e incluso pueden promocionar la cacería al e informar nuevas formar de hacer dinero “fácilmente” (leer el artículo para entender las razones psicológicas detrás de esto).

Para los científicos es motivo de satisfacción registrar la presencia de una especie donde se presumía extinta o donde no se había registrado. Usualmente la reacción es publicarlo en revistas científicas y luego en medios masivos (o viceversa). Sin embargo, al igual que el ejemplo del rinoceronte, esto puede poner en riesgo la conservación de estas especies. Una de las razones principales es que tanto en publicaciones científicas como en medios masivos se suelen dar a conocer los lugares donde se registran estas especies raras o atractivas en el mercado negro. Esto combinado con la carencia de vigilancia en muchos países, podría facilitar la labor de los cazadores o traficantes de fauna, quienes podrían usan esa información

La divulgación también podría informar a los pobladores la presencia de especies no deseadas o con las cuales hay conflicto, por lo que se podría intensificar la cacería o persecución. Como se ha demostrado, el Facebook ha sido empleado eficientemente por el  mercado ilegal de especies y muchas fotos o selfis con animales hermosos indirectamente han incrementado el mercado al despertar sentimiento consumistas en usuarios de la redes (el “yo quiero una”).

Si estamos promoviendo indirectamente casos de “efectos no deseados” con la divulgación de fotos de cámaras trampa, aún está por ser estudiado, pero sin duda es una gran posibilidad. Muchos de los que trabajamos con especies amenazadas y carismáticas usualmente tenemos cuidado con lo que reportamos. Por ejemplo, en nuestro proyecto Snapshot South Africa, que tiene un gran componente de ciencia ciudadana para la identificación de las fotos, hacemos un filtro para no dejar en las plataformas de internet ninguna foto de especies amenazadas.

El rinoceronte de java está críticamente amenazado por cacería. Sin embargo, las redes sociales estuvieron saturadas con la noticia del avistamiento de dos bebes ¿será esto prudente? De igual forma ocurre con varias publicaciones de investigaciones en Latinoamérica u otras partes del mundo. Que efecto contrario podría producir el reportar los nacimientos de una especie tan críticamente amenazada y tan temida por pobladores como el lobo gris? será que debemos preguntarnos mejor si es conveniente reportar la presencia de jaguar u otras especies en medios masivos siendo que estas especies son tan perseguidas por miedo y por el mercado negro? O por el contrario, ¿podrían estas noticias ser una fuente de presión social para que las autoridades ambientales se encarguen de la protección del lugar?

¿Será necesario ser tan específicos en la promoción de nuestros proyectos? Por ejemplo, comentar abiertamente información como “Las primeras estimaciones indicaron la presencia de 1.5 jaguares por cada 100 kilómetros cuadrados, lo que ha permitido estimar que en la triple frontera podría haber unos 2000 felinos.” ¿A quien le sirve esa información? ¿Eso es muchos o pocos jaguares? Los científicos tenemos clara la incertidumbre asociada a cualquier estimación debido a efectos estadísticos o de muestreo, pero ¿que podría interpretar el público en general con estas afirmaciones? Es más, ¿Si son primeras estimaciones, vale la pena reportarlas? No tenemos respuestas a estas preguntas, tampoco evidencias de efectos no deseados del fototrampeo, pero nos parece prudente empezar a reflexionar en estos temas y aplicar el principio precautorio antes de publicarlo todo en redes sociales.

Informar no es conservar

Otro error que cometemos es creer que estudiar las especies es conservación por sí misma. Sin duda es fundamental y nos permite estudiar los sistemas y registrar lo que está pasando, pero sin un vínculo político o con tomadores de decisiones, no significa mucho para la conservación y no deja de ser ecología e historia natural. De manera que el solo hecho de instalar cámaras trampa para ver que se registra no implica que estemos haciendo conservación (a veces ni siquiera ciencia). Tristemente, tomar datos o informar sobre nuestras investigaciones no es conservar. Como dice el profesor Ellison “mejores datos, no van a salvar los elefantes, rinocerontes o cualquier otra especie”. Aunque es algo frustrante para nosotros, los científicos de vida silvestre, la realidad es que rara vez nuestros resultados pueden aplicarse completamente a la conservación o en otras ocasiones nuestros resultados son simplemente ignorados.

Con Twitter, Facebook y el sin número de redes sociales a veces los científicos sentimos que tenemos que comunicarlo todo, y tal vez no siempre debería ser así. Aunque no es tema de este ensayo, el afán por mostrar resultados se está convirtiendo probablemente en un arma de doble en la ciencia (ver por ejemplo(8).  A veces incluso se reportan fotografías de animales como una primicia, como si fuera la primera vez que se conoce de la especie. Sin embargo, no siempre es así. Los pobladores o la comunidad científica sabe usualmente de las distribuciones históricas de las especies, así que hay que entender un poco más los contextos históricos. Ahora bien, las cámaras trampa si nos brindan una gran oportunidad de mostrar evidencias sobre la presencia de especies raras, de las que tal vez solo habian indicios.

Picture3
Instalación de  cámaras trampa en dos ecosistemas muy distintos para detectar mamíferos medianos y grandes (bosque secundario Colombia-izq y semidesierto en Sudáfrica-der)

Las cámaras trampa son una herramienta poderosa que nos han permito a los científicos hacer mejor ciencia y conectarnos con la sociedad como nunca antes. Sus alcances y las capacidades tecnológicas son cada vez mejores. Sin embargo, creemos que debemos reflexionar un poco más sobre la forma en que mostramos nuestros resultados al público general. La ciencia es un proceso cauteloso y rigoroso, por lo que debemos pensar dos veces a la hora de sacar conclusiones sobre la conservación de las especies cuando compartimos nuestros resultados. No pretendemos subestimar la importancia de la técnica o la divulgación de la ciencia, simplemente creemos que es importante preguntarnos ciertas cosas antes de divulgar ciertos resultados para evitar consecuencias no deseadas al momento de hacerlo.

Entendemos lo frustrante que puede ser tener que hacer un sin número de consideraciones cuando uno solo quiere mostrar la belleza de la naturaleza, pero tal vez es hora de hacerlas como científicos o como coordinadores de proyectos de fototrampeo.

Lain E. Pardo (PhD)

Nelson Mandela University

 

Diego J. Lizcano (PhD)

The Nature Conservancy (TNC), Colombia

 

Literatura

  1. Mackenzie DI, Royle JA. Designing occupancy studies: general advice and allocating survey effort. J Appl Ecol [Internet]. 2005 Dec [cited 2016 May 8];42(6):1105–14. Available from: http://doi.wiley.com/10.1111/j.1365-2664.2005.01098.x
  2. Gopalaswamy AM, Karanth KU, Delampady M, Stenseth NC. How sampling‐based overdispersion reveals India’s tiger monitoring orthodoxy. Conserv Sci Pract. 2019;1(12):1–11.
  3. Hamel S, Killengreen ST, Henden J-A, Eide NE, Roed-Eriksen L, Ims RA, et al. Towards good practice guidance in using camera-traps in ecology: influence of sampling design on validity of ecological inferences. O’Hara RB, editor. Methods Ecol Evol [Internet]. 2013 Feb 1 [cited 2020 Apr 11];4(2):105–13. Available from: http://doi.wiley.com/10.1111/j.2041-210x.2012.00262.x
  4. Gill JA, Norris K, Sutherland WJ. Why behavioural responses may not reflect the population consequences of human disturbance. Biol Conserv. 2001;97:265–8.
  5. Pardo LE, Campbell MJ, Edwards W, Clements GR, Laurance WF. Terrestrial mammal responses to oil palm dominated landscapes in Colombia. Yue B-S, editor. PLoS One [Internet]. 2018 May 24 [cited 2018 May 26];13(5):e0197539. Available from: http://dx.plos.org/10.1371/journal.pone.0197539
  6. Pardo LE, Roque F de O, Campbell MJ, Younes N, Edwards W, Laurance WF. Identifying critical limits in oil palm cover for the conservation of terrestrial mammals in Colombia. Biol Conserv [Internet]. 2018 Nov 1 [cited 2018 Sep 12];227:65–73. Available from: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0006320718304725
  7. Glenn I, Ferreira SM, Pienaar D. Communication on rhino poaching: Precautionary lessons about backfires and boomerangs. S Afr J Sci. 2019;115(3–4):2–5.
  8. Locascio JJ. The Impact of Results Blind Science Publishing on Statistical Consultation and Collaboration. Am Stat [Internet]. 2019;73(sup1):346–51. Available from: https://doi.org/10.1080/00031305.2018.1505658

 

No, la cacería deportiva no es nuestro enemigo.

Por Lain E Pardo

Tal vez hay pocas cosas que generen más desprecio en la actualidad que una foto de un cazador posando al lado de un animal que acaba de matar. Sin lugar a dudas, es una imagen desgarradora y una falsa representación de la “grandeza” humana. Pero el debate moral no debe desviarnos de lo que realmente está en juego. En este ensayo mostraré otros elementos relacionados con la cacería deportiva que debemos entender antes de desencadenar avalanchas de odio y violencia contra quienes lo practican.

Lo primero que vale la pena aclarar es que hay distintos tipos de cacería: la de subsistencia (que todo el mundo “acepta” pero no quiere decir que sea sostenible en todos los casos), la furtiva o ilegal (¡que es la más peligrosa!) y la deportiva que es la que más genera odios infundados pero que, aunque parezca paradójico, la que más aporta a la conservación.

En términos socioeconómicos, la cacería deportiva es un renglón muy importante en la economía de países como Sudáfrica o Estados Unidos. Así, por ejemplo, la cacería deportiva en algunas provincias de Sudáfrica puede contribuir con US$ 909 millones (año 2017) y generar más de 30.000 empleos!1. El dinero recaudado ha servido para realizar inversiones importantes para la conservación de las especies, y los ecosistemas que permiten que las especies de caza (y otras no aptas para esta actividad) se mantengan.

La cacería deportiva es selectiva (no todas las especies pueden usarse para este fin) y cuando se hace responsablemente asegura que las muertes de los individuos aptos para “trofeos” no tengan ningún efecto sobre la población. Estos animales suelen ser viejos, que ocasionan problemas a las pobladores o producto de un estudio poblacional juicioso.

Otro de los aspectos positivos de la cacería regulada, es que promueve la conservación en tierras privadas. Algo en lo que a veces no nos detenemos a pensar cuando vemos la foto de un animal muerto es el entorno o el hábitat donde se cazó.  Lo que permitió que el animal fuera seleccionado para ser cazado, no es fortuito o algo que se pueda construir de la noche a la mañana.

Ese individuo está en esa área destinada a la cacería porque los hábitats se han mantenido para que convivan poblaciones de animales silvestres; no solo de caza como como el león o un elefante, sino de innumerables especies y ecosistemas de los que no se habla y que en ultimas ofrecen muchos beneficios a los ciudadanos. Estos beneficios no son solo para los cazadores, otras personas como turistas que no cazan, disfrutan de un entorno silvestre y de inmensa admiración. Pero más importante y algo que damos por hecho, esos paisajes y animales de indudable belleza, son los que en ultimas permiten nuestra vida en este planeta.

DSC_0065_lowres
El oryx o gemsbok en lenguaje local es una especie común y apetecida por los cazadores deportivos en Sudáfrica (foto Lain E. Pardo)

En el Reino Unido por ejemplo, propietarios que permiten cacería deportiva de zorros (Vulpex vulpex) en sus tierras, protegen más bosque que otras tierras.  En Zambia ~24% de la tierra, es decir 140.000 km2 constituyen áreas de manejo para cacería deportiva! Eso es, en ultimas, 140.000 km2 de especies y hábitats protegidos y manejados, mientras que las tierras destinadas como áreas protegidas (e.g. parques naturales nacionales) llegan apenas a la mitad. En Sudáfrica gran parte de la tierra usada para ganadería es hoy día también reservas de caza, lo que ha significado que al año 2002, 13% de la tierra sea manejada con el ánimo de mantener especies de trofeo. Otros países manejan porcentajes de tierras para cacería incluso más altos (~35%) (ver detalles en  2).

La prohibición de la caza, así como otro tipo de prohibiciones como la de las drogas, genera un mercado negro ilegal que afecta profundamente las poblaciones silvestres. Por ejemplo, en países donde hay cacería controlada las poblaciones de rinocerontes o elefantes se conservan mejor que donde se prohíbe su caza. Obvio, nada es perfecto, y aún hay cosas que mejorar en esta actividad, pero no hay que satanizar las decisiones de manejo y los usos sostenibles de la biodiversidad, menos cuando funcionan y algo que suele olvidarse: afecta la subsistencia de la gente local.

Prohibir la cacería hará que muchas tierras que se dedican a la conservación y el uso (cacería en este caso) desaparezcan. Como estamos en una economía de mercado, hará que muchas de estas deban hacer campo a la agricultura o algún otro uso más intensivo y económicamente viable. Esto sin mencionar los graves problemas de empleo, pobreza y salud. Peor aún, en algunos países áridos y sin mucho atractivo para ecoturismo o con tierras no aptas para agricultura, la cacería es lo único que permite a sus pobladores un sustento (e.g. Simbabwe o Tanzania) ¿entonces, no tienen ellos derecho de usar sus pocos recursos para sobrevivir solo porque no nos gusta una cabeza de antílope colgada en una pared?)

tweet prof Adam Hart
Una imagen vale más que mil palabras, el profesor Adam Hart dice en su twitter: “esta es una foto aérea de la reserva de caza Ibanda en el norte de Tanzania, a la izquierda un área exclusivamente manejada con ingresos de cacería deportiva, a la derecha, lo que pasa cuando las tierras no se manejan. Es por eso que prohibir la cacería deportiva es una posición equivocada”

Tal vez en lugar de desearle la muerte a los cazadores deportivos debamos tener en cuenta que ellos contribuyen más a la economía y la conservación de las especies que muchos de nosotros en nuestra cotidianidad. Además, ¿quién debe decidir sobre estos casos, la gente local o algunos ambientalistas en otros países usualmente mal informados? En este link hay un video que explica de manera creativa por qué la cacería no es tan mala como la pintan; vale la pena verlo con mente abierta. De manera que antes de marchar en contra de los cazadores u ofenderlos en redes sociales, piense si tiene US$ 12.000-350.000 para donar a conservación (¡y esto lo pagan por un individuo!).

En conservación nos enfrentamos a dualidades constantemente, por lo que a veces es importante ser más pragmático y pensar en las poblaciones y la gente. En este sentido la cacería es una buena forma de hacer conservación, y querer prohibirla puede traer más problemas que soluciones3. Es por eso que entidades tan respetadas como La Union Internacional Para la Naturaleza (IUCN) reconoce el papel de esta actividad en la conservación de especies silvestre y reducción de la pobreza (leer acá su informe para más información). ¡La real amenaza para las especies silvestres es la cacería ilegal (furtiva o poaching en inglés), y la destrucción de ecosistemas!

En Colombia los animalistas lograron este año prohibir la cacería deportiva en lo que ellos consideran una gran victoria. Como expliqué anteriormente eso es debatible, pero en Colombia en particular, eso prácticamente ni quita ni pone porque en el país no hubo cacería deportiva en sentido estricto. Solo unos pocos lo hacían con aves (algunas abundantes en áreas agrícolas). El texto aprobado parte de unas premisas muy debatibles como que la cacería de subsistencia no es cruel y no genera declives poblacionales, pero por el contrario la cacería deportiva si. También hace una distinción extraña entre peces y animales terrestres (¿por qué si se acepta la pesca deportiva y no la caza deportiva?). Por otro lado, ¿cuándo la cacería de subsistencia no es deportiva? Hay unas líneas muy delgadas acá.

Regular siempre es mejor que prohibir en todos los contextos: sociales, económicos y de libertades. ¿Será que en Colombia, acabamos de perder la oportunidad de vincular dueños de tierras en proyectos sostenibles que mejoren la conectividad y que ayuden a eliminar especies invasoras como ocurre en otros países latinoamericanos? Me pregunto qué problemas legales habrá en el futuro con la entrada en vigencia de esta norma, ya que contradice de alguna manera los objetivos de proyectos de uso sostenible claramente aceptados en otra normatividad.

El único argumento en contra de la cacería deportiva proviene de asunciones sobre bienestar animal y de una moralidad subjetiva alrededor de lo que llaman “una práctica que reducen los animales a un mero negocio”. Sin embargo, desde el punto de vista técnico y científico no pueden decir que afecte las poblaciones, no pueden decir que no ayude a la gente. Si empleamos este argumento reduccionista, el gobierno también debería prohibir cualquier actividad agropecuaria por considerarla un mero negocio. No estoy diciendo que la caceria deportiva sea la solución única a los retos de conservación, pero si una opción importante. Claro que hay cosas por mejorar y otras opciones por explorar paulatinamente, pero una moral radical no debe cerrar las oportunidades de desarrollo y sobrevivencia de las comunidades humanas.

La idea de poner un precio a todo me parece difícil de digerir, pero entiendo que antes de ponerse a pelear con el sistema tal vez lo más sabio es adaptarse mientras se pueden ir pensando en otras alternativas. En Sudáfrica, por ejemplo, ya han habido casos en donde personas han pagado por inmovilizar animales (sedarlos con dardos y escopetas). Sin embargo, ninguna otra actividad “ecoturística” genera más recursos en ese país que la cacería como tal (e.g. safaris, avistamientos de aves, etc.).

Preocupa en estos tiempos de postmodernidad que el ambientalismo se convierta en un vehículo de adoctrinamiento social y segregación. Por su puesto es muy difícil entender que motiva a una persona cazar un animal por gusto (y tampoco me gusta). Pero la conservación es más complicada de lo que parece y la moral no puede ser el único criterio a tener en cuenta al momento de decidir políticas o acciones de manejo; mucho menos para emitir juicios de valor. Esto especialmente cuando algunas decisiones provienen de manera unilateral sin consultar a los que realmente están involucrados. Es bueno tenerlo sobre la mesa, pero ojalá algunos animalistas entiendan esto y mejor se enfoquen en procesos más críticos y urgentes como expansión de la tala ilegal, expansión de fronteras agrícolas descontroladas, tráfico, y cambio climático.

Con este último ensayo termino la serie destinada a mostrar lo difícil que es hacer conservación y los diversos retos que se tienen al tratar de balancear contextos tan críticos como la economía, el bienestar animal y la conservación de la biodiversidad. En conservación no hay reglas escritas en piedras o que apliquen de manera genérica a cualquier proceso. Entender cada contexto y los factores más relevantes a la hora de tomar decisiones de manejo es fundamental, no solo para los tomadores de decisión sino para la sociedad en general. Intenté con estos ensayos brindar elementos que nos ayuden a tener juicios más informados a la hora de debatir temas complejos.

La conservación no es andar tomando fotos a los animales y postearlo en las redes. La conservación tampoco es buscar culpables y caerles encima con todo el peso de la “moral” o la legalidad sin preguntarse nada sobre el individuo en cuestión. Lo legítimo, lo ético, la ciencia y los trasfondos socioeconómicos deben ser debatidos y tenidos en cuenta en cada situación, sin cegarnos con visiones puristas o “híper-románticas”; mucho menos menospreciando nuestra existencia como humanos y como parte de un sistema complejo. Es responsabilidad de los ciudadanos informarse bien antes de levantar conclusiones y entender mejor lo que significan ciertas decisiones; no sabotearlas con impulsos emocionales.

 

Lain E. Pardo PhD

Postdoctoral Research Fellow

Wildlife Ecology Lab,

School of Natural Resource Management

Nelson Mandela University

George Campus, South Africa

Mobile: +27-0762599325

Bibliografia

  1. Van Der Merwe, P., Saayman#, M. & Rossouw+, R. The economic impact of hunting in the limpopo province. Journal of Economic and Financial Sciences | JEF 8, (2015).
  2. Loveridge, Andrew J. , Reynolds, J. C. & Milner-Gulland, E. J. Does sport hunting benefit conservation? in Key Topics in Conservation Biology (eds. Macdonald, D. W. & Service, K.) 222–238 (Blackwell Publishing Inc, 2007).
  3. Minin, E. Di, Leader-Williams, N. & Bradshaw, C. J. A. Banning Trophy Hunting Will Exacerbate Biodiversity Loss. Trends Ecol. Evol 31, 99–102 (2016).