Que no sea un espejismo

Por: Juan David Sánchez

Quizás el efecto más evidente que ha tenido el confinamiento por el COVID-19 sobre el ambiente ha sido la disminución de gases emitidos a la atmosfera. Las múltiples observaciones anecdóticas de animales silvestres en nuevas localidades parecieran ser también otro un efecto positivo. Incluso en algunas áreas protegidas se observan especies más desprevenidas a falta de presión humana, de lo cual podría inferirse que allí hay un efecto positivo aún mayor.  Ahora bien, todo esto puede tratarse de efectos a corto plazo y convertirse en un espejismo.

Nos corresponde a los estudiosos del tema ser claros al llevar la información a los tomadores de decisiones. Si bien los numerosos registros de especies silvestres debido a la baja actividad humana pueden responder a procesos ecológicos como la dispersión, no necesariamente significa que las poblaciones y los ecosistemas se hayan recuperado, para esto es necesario un lapso mayor de tiempo. Si bien es de resaltar lo que estamos observando mientras pasamos la cuarentena, no puede esto convertirse en un sofisma para no seguir apoyando los procesos de conservación.

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Actividades de investigación en campo han sido suspendidas para muchos proyectos. Foto D. Sanchez

En la reciente edición de la revista Biological Conservation, una de las más importantes en la ciencia de la conservación de la diversidad, fue publicado un texto con autoría de sus editores1 en la cual se proponían algunas preguntas sobre el efecto que tendrá la actual pandemia sobre el ejercicio de la conservación de la diversidad. Los aspectos allí presentados ameritan ser analizados para tomar decisiones acertadas en el futuro más próximo (esto es, cuando el confinamiento vaya disminuyendo y retomemos la dinámica que solíamos traer). Aquí resalto algunos apartes y extiendo algunas de las ideas.

El citado texto resalta por ejemplo que muchos trabajadores de la conservación a lo largo del mundo están sin empleo o con un receso obligado de sus actividades. Así mismo, estudiantes de disciplinas afines a la conservación se encuentran sin poder hacer sus prácticas, sus cursos de formación en campo o llevar a cabo sus trabajos de grado debido a que no pueden realizar de manera adecuada las actividades de su formación. Por ejemplo, el acceso a los laboratorios o al campo es limitado o totalmente prohibido debido a las restricciones de la cuarentena. Esto lo estamos viviendo en carne propia docentes e investigadores nacionales que tenemos estudiantes en formación y proyectos que aportan a la conservación de la biodiversidad. Así por ejemplo, las actividades de campo están suspendidas y los laboratorios y colecciones donde se procesa información están cerrados en todas las universidades conocidas.

Adicionalmente, algunas asociaciones académicas como la Red Latinoamericana y del Caribe para la Conservación de los Murciélagos (RELCOM) y la Sociedad Colombiana de Mastozoología (SCMas), han emitido comunicados solicitando evitar las actividades de investigación que involucren el contacto con las especies silvestres debido al riesgo de zoonosis que ya se ha dado en algunas especies. Así que incluso si paulatinamente se va regresando a la “normalidad”, muchas investigaciones y proyectos de conservación seguirán detenidas debido a la naturaleza del contagio y al posible riesgo en que se ponen a las poblaciones naturales.

Eventos de trascendencia para la toma de decisiones en pro de la conservación de la biodiversidad han sido postergados, como la COP 15 del Convenio de Diversidad Biológica y la COP 26 de la Conferencia para el Cambio Climático de las Naciones Unidas. Esta situación tendrá implicaciones en el direccionamiento de los esfuerzos internacionales para combatir estos otros retos: el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. En Colombia algunas actividades de importancia para compartir el conocimiento sobre los avances en conservación también han sido postergados, pero se rescatan las iniciativas de varias asociaciones y ONGs que han organizado simposios, capacitaciones y conferencias de manera virtual durante este confinamiento.

Quizás lo más importante y lo que tenga más duración en el tiempo (propuesto por los citados autores), es que la recesión económica producto de la cuarentena disminuya los recursos que apoyan a los gobiernos y a las organizaciones no gubernamentales para que ejecuten programas de conservación. Los patrocinadores de la conservación posiblemente sufran los embates de la crisis económica, y en caso de salir a flote, dirigirán la mirada hacia las necesidades más urgentes provocadas por la pandemia y sus efectos socio-económicos. Existe la posibilidad de poner en duda la continuidad de procesos a largo plazo, como por ejemplo el establecimiento de nuevas áreas protegidas, la contratación de investigadores y apoyo local para nuestros Parques Nacionales y otras áreas protegidas del orden regional y local.

Así, los proyectos de conservación y las políticas públicas que van en esa dirección, ya sea a mediano o a largo plazo, tendrán que competir por recursos con las iniciativas que vayan a cubrir las nuevas necesidades producto de la pandemia. Es posible que muchas áreas protegidas dejen de recibir ingresos por sus visitantes y muchas comunidades beneficiadas por ecoturismo se vean igualmente afectadas; y en nuestro contexto es ahora cuando más se necesita que estén fortalecidas. Históricamente se ha observado que cuando esto pasa en las comunidades, la caza, pesca, extracción de madera y quemas se aumentan. Obviamente que se trata de vidas humanas y de sus necesidades económicas básicas. Ahora bien, no hay que perder de vista que cuando se habla de conservación, implícitamente se habla de comunidades humanas y de los servicios ambientales que la biodiversidad nos proporciona. Les tocará a nuestras autoridades ambientales y a las ONG´s, ya de por si con recursos limitados, re-priorizar las acciones de conservación e intervención en los territorios.

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Tití cabeciblanco (Saguinus oedipus) especie amenazada de extinción que necesita de monitoreo permanente y de control de su tráfico. Foto D. Sánchez

Supongo que es de esperar que los países quieran recuperar sus economías lo más pronto posible. En América Latina se proyecta que la economía caerá este año entre 5 y 7 puntos porcentuales. Para Colombia el Fondo Monetario Internacional proyecta que haya un crecimiento negativo de al menos 2,4% en el PIB, lo que se traduce en varios billones de pesos. Las economías se recuperan básicamente con la producción y posterior venta de bienes y servicios, los cuales, a su vez, en cualquier etapa de su cadena productiva se aprovecha de algún recurso natural, seguido del posterior transporte, es decir, emisiones de Co2, y la producción de residuos. Así que bajo este escenario hipotético pero razonable, se podría ahogar el respiro que han tenido los ecosistemas y algunos animales silvestres durante la cuarentena, con posibles efectos a largo plazo por causa de la crisis económica. Todo podrá haber sido un espejismo.

Juan David Sánchez

Docente de la facultad de Ciencias y Biotecnología de la Universidad CES (Medellín).

jdavids21@gmail.com

 

Referencias

  1. Corlett RT, Primack RB, Devictor V, Maas B, Goswami VR, Bates AE, et al. Impacts of the coronavirus pandemic on biodiversity conservation. Biol Conserv. 2020 Jun 1;246:108571.

 

 

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